Consecuencias de la pérdida de un diente
La pérdida de un diente genera alteraciones en la boca, que serán mayores cuanto mayor sea el número de piezas perdidas y el tiempo transcurrido hasta su reposición.
Posibles consecuencias de la pérdida de una pieza dental:
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Cambios en el patrón de masticación:
En ausencia del diente los alimentos tienden a dañar la encía libre durante la ingesta dificultando la masticación y produciendo irritaciones.
Para compensar la pérdida de un diente, tendemos a masticar más con otras zonas de la boca, pudiendo producir un mayor desgaste del resto de dientes, sobrecarga y un desequilibrio del sistema masticatorio, que puede comprometer también a la musculatura y la articulación.
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Desplazamiento y separación de dientes:
Los dientes adyacentes y opuestos intentarán ocupar el espacio vacío y se irán inclinando poco a poco hasta encontrar el contacto perdido. Esto hará que los puntos interdentales se abran dificultando la higiene y facilitando la retención de alimentos entre los dientes, lo que incrementará la aparición de caries y la formación de sarro.
El cambio de posición en los dientes hará que éstos articulen incorrectamente apareciendo contactos indebidos y sobrecargas que producirán desgaste y dolor.
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Hipersensibilidad:
El diente de la arcada contraria (el superior al “hueco”) tendrá tendencia a sobre erupción, buscando un contacto que nunca encuentra. Al realizar este movimiento, las raíces suelen salirse del hueso y la encía, apareciendo hipersensibilidad.
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Sobrecarga y movilidad:
Los dientes desplazados y en mala posición toleran peor las fuerzas de masticación, se sobrecargan e incluso pueden llegar a sufrir movilidad, lo que acentúa todos los problemas antes descritos por la pérdida de un diente, perpetuando una situación que siempre tendrá tendencia a empeorar.